Te hice un dibujo, uno que decía:
Me da miedo quedarme sin aliento, me da miedo tener demasiado y no saber en qué boca gastarlo. Asfixiarme con mi propio aire. Me aterroriza la calma; los pensamientos de los demás, que no soy capaz de adivinar, que podrían incluso tratar de robarme el aliento... me oscurece el rostro pensar en asfixiarme, y que no sea con mi propio aire. Incluso he pensado en coserme la boca, para descubrir después que no sé con qué objetivo podría haber ésto siquiera haber cruzado por mi mente. No puedo dormir pensando en la soledad, y cuando lo consigo, me despierto en mitad de la noche, entre sudores fríos, aterrado por la idea de vivir acompañado. Me trastorna amar tanto como me trastorna odiar, si no más; pero eso es normal, ¿verdad? Desfallezco ante la simple idea de ser normal y, en cambio, cuando me siento distinto me escondo tan profundo como puedo, implorando porque la sensación desaparezca pronto. Detesto la luz, que me hace entornar los ojos casi tanto como detesto la oscuridad, que vuelve oscuro mi propio ser, presa del desengaño y la humedad. Temo no saber morir, pero no más que no saber hacer lo contrario. También temo no merecer lo que pueda llegar a tener, y enfurezco si me veo ante la idea de que el mundo me ha arrebatado algo, o a alguien, que estaba destinado a ser mio, o para mi. Me calman los violines, las gaitas, los pianos y las voces femeninas suaves; es lo que más me inspira. Adoro la música, el olor a tierra, a hierba mojada; la sensación que da el sol directamente sobre la piel. Broncearme. Vivir con miedo es la mayor muerte para un ser humano, la mayor. Pero, aún deshaciéndome de el miedo, ¿qué hago con todo lo demás?
Y todo eso en un solo dibujo; uno lleno de incorrecciones, líneas inconexas y manos que bien podrían ser pies.
¿Qué no te diría cara a cara, si te supiese retratar?
~http://lasendadelsherpa.blogspot.com
Sin permiso.
